domingo, 3 de noviembre de 2013

HACER LO DIFÍCIL



Estaba allí meditabundo,  mirando a las nubes, ayudando a que el alzhéimer llegue pronto, porque según los doctores, el permanecer pensando en silencio es causal de la aparición del alzhéimer de manera más rápida. Era un día normal compartido con una persona en especial y con muchas otras en general.

Todo avanzaba  en aquella mañana de manera corriente, el complejo proceso de encender el carbón, el temblar del cuerpo con el constante abanicar de una tapa de olla para encender la llama o mantener la brasa, el común quemón al internar darle la vuelta a un plátano que ya está listo. Todo iba como debe ir un día de asado.

En algún momento caí en la cuenta de que ese día había presenciado algo de lo que considero el fundamento de una de mis convicciones más fuertes, algo que había dejado pasar mi simple mirar de las cosas pero que mi subconsciente se encargo de traer a la mente y ser plasmado en estas líneas posteriormente.

Él estuvo metido en todo, ayudó consiguiendo cualquier cosa para prender el fuego en el carbón, ayudó soplando con la tapa, jugaba, hablaba con todos con una gran afinidad. Tenía una gran voluntad para compartir y colaborar, cosa que se afirmó cuando contaron que ayudaba hace tiempo en un negocio familiar con los domicilios que solicitaban, sin descuidar sus estudios claro está; decía él en sus palabras: “yo terminaba de estudiar y me iba a ayudarles a mis papás llevando los pedidos en la cicla”. Él y sus padres contaron varias anécdotas sobre aquel negocio familiar, y en ninguna de ellas se notó que Nicolás, el niño de 13 años, manifestara que hubiera sido una obligación, siempre se apropiaba de los relatos dando a entender que era su voluntad estár presto para cualquier menester. Igual a como lo hacía en el asado.

Soy como muchos colombianos, creería que todos, el que quisiera que a diario las noticias dejaran de hablar de guerra, corrupción y pobreza, el que como muchos o todos los que viven en este país quiere un cambio, y ese cambio creo  que llega, no por las vías de hecho, sino por un cambio en la infraestructura del pensamiento de cada una de las personas, pero ¿Cómo hacer entender a un político que mientras él se dedica a la corrupción, su pueblo vive en miseria? Es mejor mantener en los niños como Nicolás el espíritu de la colaboración la honestidad y el respeto, niños como Nicolás son,  a mi modo de ver, la solución a un futuro que quizás no veré, pero en el cual trato de dejar una semilla por medio de un mensaje.

Enseñarles a los niños a hacer lo difícil es el mensaje, porque es muy fácil iniciar una pelea, lo difícil es contenerse, es fácil empezar a robar, lo difícil es tratar de conseguirlo honestamente, es más fácil pensar en llenarnos de armas y empezar una guerra por tomar el poder, porque como dice Residente el cantante puertorriqueño: “las balas son igual de baratas que los condones”, lo difícil es alejarse de ellas. El mundo está tan corrompido que lo más difícil es hacer algo diferente, la maldad se convirtió en la lógica, en un sentido común para los colombianos, y los niños lo perciben así. Niños como los de un colegio en Medellín a quienes preguntaron por Pablo Escobar, respondiendo no sólo conocerlo sino además de eso admirarlo y calificarlo de “Un Duro”, culpa  de los medios y del descuido de los padres, y de todo aquel colombiano que se dedique a alimentar a los medios con el llamado Rating observando tanta porno-novela o narco-novela, en donde los protagonistas son los malos, causando que los niños crezcan queriendo ser narcos. Hagamos lo difícil, no sigamos estos medios.

Familias como las de Nicolás en la que se ve un sincero amor y respeto por su hijo enseñándole con la conducta propia a no ser una persona deshonesta, son el cambio. Cada vez que podamos aconsejar algún niño o joven tomémonos la molestia de pedirle que haga bien las cosas, a no ser deshonesto, que no se sienta listo por la estupidez de hacer el mal a alguien más, de no negarse a ayudar cuando tiene todas las ventajas para poderlo hacer. Hay que creer en cambiar esa infraestructura del pensamiento colombiano del facilismo, pues si se mantiene en nuestro ser la bondad y honestidad de manera incorruptible podremos recuperar a futuro tanto de humanidad que hemos perdido.

Creo en Nicolás, en Jonathan, Fernanda, Mateo, Luceni, Laura, Esteban, Tatiana, Valery, Oscar, Juan, y tantos otros niños que conozco y que sé que hacen las cosas bien, son quienes me enseñan que en ellos el cambio social se puede lograr si entre todos mantenemos el carácter de hacer lo difícil. No es una solución inmediata pero es una parte necesaria para lograrlo, es la base, el fundamento de mi convicción, trabajar porque los niños no pierdan al crecer el sentido de compromiso y la humildad, para hacer de este mundo algo mejor.

En resumen, es a las familias, a  los colombianos que quieren un cambio, a quienes se hace el llamado de dar este mensaje y ser el ejemplo de ello: luchar  por mantener en los niños firme lo que conocemos como valores, para que al crecer no se desvíen por ese rumbo que habitualmente toman quienes llegan al poder olvidando hacer las cosas bien por los demás, de hecho, aprenden muy bien a hacer las cosas mal.

Es por los niños por quienes escribo arriesgándome a las críticas por pensar diferente, o por escribir algo mal, o redactar mal, pero aún así escribo, porque lo fácil sería no hacerlo.

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