El Jazz en Bogotá, un
género de buenos conceptos.
No es uno de los géneros musicales más
populares en Bogotá, pero el evento de Jazz logró despertar en los asistentes, sin
importar si era el primer encuentro con el Jazz, muchas emociones que servían
de referente para poderlo conocer.
Jazz al parque es un evento que lleva irrumpiendo desde 1996 en diferentes escenarios de la ciudad capitalina, para ofrecer a los habitantes la opción de acercarse a un género musical que normalmente no se encuentra en cualquier emisora, o canal de videos, o en los semáforos en cd´s de tres por cinco mil. El Jazz ha logrado un espacio anual en Bogotá, que en este año cumplió su edición XVIII en el parque Metropolitano el Country.
Entre gente acostada en un inmenso tapete, y
otros sentados o acomodados sobre las piernas de sus acompañantes, se
encontraba Simón, un niño de 12 años, que al preguntarle qué pensaba del Jazz,
si le gustaba o no, él sin titubear responde:
“sí me gusta, el Jazz es música para liberar el alma y estar tranquilo”.
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Hubo un momento en que
la euforia se apoderó del público, la razón de tal sentimiento era la banda FatsO,
una banda que se tomaba la tarima hacía las 5 de la tarde, pero que tenía
una particularidad con respecto a las bandas que ya habían hecho su exposición,
y es que en FatsO sí cantaban. La fuerza en la voz de Daniel Restrepo logró
poner a muchos en pie y sacudir un rato el cuerpo, pero ninguno como lo hacía Carmen ILish, una
mujer que saltó, bailó y gritó cada una de las canciones de la banda, conducta que se hace obvia al
saber que Daniel Linero, uno de los saxofonistas de la banda, es su hijo, su
ídolo. Aunque ellos no son una banda
propiamente de Jazz sino de Blues, lograron ser un punto diferente en un evento en
el que hasta ahora la voz era llevada por el saxofón, el piano, o violín.
“El músico de Jazz es el más versátil” son
palabras de Eduardo Corredor al nombrar algunas características del Jazz,
citando para cada una de ellas un artista o una banda diferente, nacional o
internacional, clásica o contemporánea, reconocida o underground, un hombre que
sin duda es todo un erudito de la música. Concluye diciendo, “el jazz es
libertad”, algo que ratifica Daniel Restrepo al expresar que este género no es
milimétricamente calculado sino algo totalmente espontáneo.
Ya con el tapete
inmenso lleno de gente, incluso hasta gran parte de la zona verde del parque,
donde curiosamente se practica el deporte Ultimate no muy popular al igual que el jazz, estaba ya ocupada, al
escenario llegó, por fin, uno de los artistas más esperados, Steve
Coleman, artista que con su show, detallando las caras de los
asistentes al evento, era todo un deleite poder escucharlo. Tocó durante hora y
media con la mejor energía, sólo interrumpido por los masivos aplausos que el
respetable le brindaba. Momentos antes de terminar su intervención como hacia
las 7:15 pm la iluminación falló y el escenario quedó totalmente oscuro, no
importó, porque el sonido se mantuvo, Coleman siguió el compas en una intima
conexión con el público, la trompeta apareció para dar calor al subir el ritmo
y contagiar a todo el mundo entre el baile y la parsimonia.
Terminaron sobre las 7:30 con la plena seguridad de haber enamorado a los
asistentes, para darle pasó a la banda de cierre ese día, la Big Band Bogotá,
que con cerca de 30 músicos en escena acompañó hasta las diez de la noche a los
más de 3000 asistentes, con un espectáculo que sería como el resumen de todo lo
que había pasado en tarima.
Así, se despidió ese día el evento, las bandas, los
jóvenes, los adultos, los niños, los seguidores, los expertos y los novatos que
como yo iban en busca de la definición del Jazz y se encontraron una fiesta, con
el baile, la quietud, la espontaneidad, la improvisación, la alegría, y como
muchos lo expresaron al definirlo, la libertad.